MIRAR POR LA VENTANA
¡ Hola Denisa ! Pronto iré a verte. Te cantaré una por una todas las canciones y versos que te tengo preparados: » A serrín a serrán , los maderos de San Juan….» , » Pinto pinto Gorgorito….», » Pimpón es un muñeco….».
Me dice tu mamá que ¡ te aburres ! y a mí eso me hace mucha gracia. ¿ Cómo va a aburrirse una bebita de dos meses? Luego me lo explica.
Te gusta observar, tanto, que mamá te pone junto a la ventana para que veas los árboles, la calle, los coches que pasan.
Pero bueno ¿ Dónde vamos a llegar Denisa ? ¿Tan ansiosa estás por conocer tu mundo?
Eres lista Denisa. Cuando no había ni tele, ni móvil, ni portátil, ni video, ni consola, ni nada de nada, sólo dos cosas nos entretenían : escuchar la radio y mirar por la ventana.
Mis primeros cuentos los escuché en la radio, Garbancito, El Gato con botas….. Esperaba con ilusión el momento vespertino en que radiaban los cuentos.
En la calle Olite la mamá, la yaya y yo cuando ya estaba todo hecho ( el fregado, la costura y demás quehaceres ) nos asomábamos a la ventana o al balcón, según estuviese el tiempo.
En primavera y verano era el balcón de la calle Olite el que frecuentábamos. Veíamos pasar la gente endomingada que iba a Misa de doce en San Francisco, en Sanfermines desfilaban por la calle Olite muchas cuadrillas camino de la Plaza de Toros.
Yo también divisaba » Los Jardinicos » que era nuestro lugar de juegos. Intentaba adivinar si estaban ya en la fuente Los Turrillas o cualquiera de nuestros amigos.
Bodas, funerales, procesiones, tales eran los mayores acontecimientos de entonces y aunque, de lejos, los veíamos.
Me gustaba también asomarme a las mañanas para observa el carro del Carbonero tirado por su inolvidable burro; él del pan empujado por la panadera que tocando el timbre nos avisaba para que bajáramos a coger las barras. Al mediodía pasaba el cartero con su gran bandolera de cuero cruzada en el pecho y repleta de cartas.
La yaya Teresa, la abuela Maruja y la matusa Maite
Si era invierno la cosa resultaba más cruda. La vida se hacía al calor de la cocina cuya ventana daba paso al balcón que se asomaba a un gran patio de manzana interior.
Con el frío las ventanas de este balcón sólo se abrían para tender o recoger la ropa. Junto a la ventana estaba la mesa camilla de la yaya con su correspondiente brasero.
Yo dibujaba con el dedo en los cristales cubiertos de vaho o pasaba la mano para poder ver en el patio cómo las gotas de lluvia se estrellaban en los grandes charcos formando lo que yo llamaba » palomitas «.
Denisa Valentina no quiero aburrirte. Mirar, observar los árboles como muñones en invierno, luego floreciendo, las nubes, la lluvia, el sol, las sombras….
Asomarse a la ventana es un gesto de observación, no de cotilleo. A mí me gustan especialmente los cuadros de mujeres que miran por la ventana, como los de Dalí o Friedrich.
Denisa observa con esos ojos grandes tan bellos que tienes, Aprendes. Ser observadora creo yo que es una cualidad y no implica ser cotilla.
Lo que más me asombra Denisa es que de lo que observé entonces, osea hace 60 años, aún me acuerdo ahora, con tanto detalle que veo las gotas de agua resbalar por el cristal y siento la figura protectora de la mamá asomada junto a mí.
Observa Denisa y déjate envolver por el calor de papá y mamá