Ojalá mamita hubieras tenido tiempo para romperte la cadera o el brazo, o para seguir haciendo la triste dieta de la lechuga y el pescado cocido.
Hubiéramos dejado que lloraras cuando nos veías discutir con el papá. Tus dulces lágrimas que desaparecían cuando te dábamos un abracito, porque tú sólo querías que te comprendieramos.
Ojalá hubieras podido seguir cuidando a tu Paulita con tus vasos de leche por la noche, con tus friegas en las rodillas cuando le dolían las piernas porque crecía.
Ojalá hubieras podido seguir hablando, tú que tan bien lo hacías.
Ojalá hubieras podido seguir matriculando a Paula en el Conservatorio o con tu máquina de coser hacer modelitos para tus nietos que son cuatro: Pablo, Daniel, Irati y Denisa.
Tú que tan orgullosa estabas de tus hijos hubieras visto que contra viento y marea hemos salido adelante.
Ojalá en 1985 hubieras contado con los avances médicos que hoy tenemos.
Hubieras visto que tus chicos tienen el brío Cabodevilla y tus chicas son panfilas como los Ortiz y que hoy ser pasiego ya no es una maldición sino un honor.
Pasieguita de nuestra vida te queremos.
Iremos de nuevo al Valle, a la Concha y nos abrazaremos. Será en tu honor.
Mamita yo también lloro.