Ahora que paso horas y horas sumergida en la lectura de novelas que busco con interés en Las Bibliotecas públicas, en el Koldo Mitxelena preferentemente; novelas bien elegidas con las que me evado totalmente y me llevan hoy al recuerdo de mis orígenes lectores.
En el cole de las monjas teníamos clases de Labor que en principio consistían en coser en un «pañito» de tela de batista blanca distintas muestras de vainicas, pespunte, repulgo…Yo no era muy mañosa y cuando le enseñaba a la monja cómo iba mi muestra de tela toda sucia y pegajosa por el sudor de mis manos ella me decía:
«¡Muy mal! Tú a LEER»
Esto quería decir que mientras las demás cosían yo ponía el «hilo musical» a la clase leyendo en alto- De aquellas lecturas las que más recuerdo son las de la colección Historias y mi favorita era Genoveva de Bravante.
De esta manera cogí fama de ser buena lectora en alto y cuando en clase de Lengua había que leer los textos de la Antología, osea, Rinconete y Cortadillo o el pasaje del ciego del Lazarillo o las poesías de Fray Luis de León allí estaba yo dispuesta a hacer lo que más me gustaba: LEER
Y me sigue gustando