Estampa 3.- Navidades con Paula
Tengo que hacer un salto en el tiempo para poder escribir de «Navidades con Paula» porque ella nació a principios de los años 70 cuando sus hermanos ya eramos mayorcitos, sobre todo yo, 21 años, Iñaki 16 y Kiko 11.
En otra entrada contaré cómo fue el nacimiento de esta niña que se convirtió en el ojito derecho del papá y en el centro de los amorosos cuidados de la mamá.
Pero ahora vamos a las Navidades con Paula, cuando ella tiene 4 ó 5 años.
Los tiempos han cambiado. Ya no vivimos en la calle Olite, sino en un estupendo piso grande y soleado del barrio San Juan.
El pino se ha convertido en el protagonista de los adornos navideños. El Belén ha reducido su tamaño y para escuchar villancicos contamos ya con un estupendo equipo de música que Iñaki ha instalado en el cuarto que llamamos «de la música».
Bueno, escuchamos pocos villancicos y mucho a Bob Dylan, Atahualpa Yupanki o los Calchakis. La música suramericana está en auge.
La música suena todo el día en casa. Los villacicos, ya más que escucharlos en disco los cantamos a voz en grito. Cada uno con su tema, Paula con » Campana sobre campana «, la mamá con » Ay del chuirriquitín» y yo ya empiezo con el euskera osea que no falta «Olentzero joan zaigu» o «Haurtxo txikia».
Mucho cántico que Paula a veces acompaña con una pandereta. Igual esto sólo es el preludio de que esta nueva hermana acabará con los años siendo profesionalmente cantante. Cantante soprano.
La ilusión navideña ha renacido entre nosotros al tener una niña en casa.
El día de Nochebuena Paula está nerviosa y emocionada y mientras la mamá se afana en la cocina Paula y yo nos dedicamos a buscar ropa adecuada y con papeles de celofán y todo lo que pillamos la niña se convierte en un ángel o en una princesita, lo pasamos muy bien
Sí, la mamá en la cocina, porque es la noche del cardo, las croquetas, la merluza cocida, la mahonesa hecha a mano, rica rica y por fin el pavo.
Turrones? Ahora ya hay de todos y mazapanes de Soto, muchos, que son los que le gustan al papá.
Haga el frío que haga a eso de las 7, bien abrigaditas, salimos a ver el Olentzero que sale de los Capuchinos y recorre todo Carlos III hasta la Plaza Castillo, allí los chicos toman unos vinitos y volvemos a casa más que contentos.
Ya es de noche. Se instala la mesa grande del comedor para la ocasión con bonito mantel y vajilla de día de fiesta y aquí viene mi recuerdo más desagradable.
El papá con un «no me cambies ese programa de la tele» se enfada con nosotros, con los chicos sobre todo que dicen que «lo mejor es apagar la tele».
Ya estaba armada la Marimorena y la Paulita «ojiplática» porque no había manera de explicarse cómo habíamos pasado en un minuto de la alegría navideña al papá enfadado, la mamá llorando en la cocina porque la pobre no puede entender que por un «dame el mando» se monte este follón.
Al final los chicos transigen, cenaremos con la tele, yo voy a la cocina y consuelo a la mamá y al cabo de 15 minutos reiniciábamos la cena como si no hubiera pasado nada.
Disfrutábamos de la cena en familia, brindábamos y bien contentos cantábamos el villancico «talismán» el que siempre cantaba la yaya:
Madre en la puerta hay una niño
mas hermoso que el sol bello
preciso es que tenga frío
porque está desnudo en cueros
Anda dile que entre, se calentará
porque en esta tierra
ya no hay caridad.
Entró el Niño y se sentó
calentándose estaba
Preguntole la patrona
de qué tierra y de qué patria.
Soy de lejas tierras
mi Madre es del cielo
y anda por la tierra.
A Paula le gustaba mucho este trajín y sobre todo sentirse tan querida como realmente lo era.
Ahora, mi querida Paula, completa tú con tu punto de vista. Eres la protagonista de esta historia y es tu Navidad.
Con mucho cariño de tu hermana Maite
jopetas que bonito