A pesar de que ahora casi nunca voy al cine y sólo veo las películas que me interesan en la tele, yo he sido una gran cinefila.
Mi estreno como espectadora fue grandioso. Los papás me llevaron en Pamplona, al cine Olimpia a ver «101 dálmatas”. ¡Una maravilla! Tendría yo unos 6 años.
A partir de esta edad todos los niños del barrio acudíamos los domingos a eso de las 4 de la tarde al cine Parroquial de la iglesia San Miguel. Aquello había que verlo y olerlo.
Recuerdo que no había butacas sino sillas y allí nos apelotonábamos para ver por el módico precio de 1 peseta las maravillas del momento: «Fray Escoba», «Morokai», «El niño del traje blanco», «Marcelino pan y vino» y todas las películas del nacionalcatolicismo. Nosotros nos lo pasábamos bien y con alguna moneda de dos reales, sí, las del agujero en el centro, nos comprábamos alguna chuchería.
Hacía los 10 años abandonábamos ya este inmundo cine infantil y acudíamos los domingos al cine de verdad, a ver con las amigas las películas de rabiosa actualidad.
Una de las primeras fue «Un rayo de luz» de Marisol y luego todas sus demás películas, todas, sin perdernos una. Además comprábamos el álbum y coleccionábamos los correspondientes cromos. Comprar, pegar, cambiar repes, tachar de la lista. Todo un mundo el de la colección de cromos.
Otra película del momento fue “Sissí”, también con todas sus secuelas, «Sissi emperatriz» y demás y por supuesto con álbum y cromos.
Luego estaban las de Pablito Calvo que no me gustaban y ya por fin llegaron las grandes producciones: “Ben-Hur, “Los Diez Mandamientos”, “El Cid”… Todas con cromos y álbum incorporados.
A los 15 años cuando ya cursaba 6º de Bachiller me hice socia del Cine Club Lux. Las películas se proyectaban en el cine de Jesuítas, muy cercano a mi colegio. Veíamos la película, había un moderador y posteriormente un coloquio en el que yo jamás abrí la boca.
Allí es donde me hice cinéfila. Me vi todas las de Bergman, las del neorrealismo italiano, las de “la nouvelle vague”, Pontecorvo, que sé yo. Un mundo de películas. Unas me impresionaban, otras directamente no las entendía y me causaban desasosiego como “Persona” de Bergman. Bueno las de Bergman todas causaban inquietud, pero había que verlas.
En cada película te daban un tríptico con unos apuntes sobre el Director y la sinopsis del argumento. Yo guardaba todos estos trípticos e incluso me hacía fichas de las películas. Las guardaba amorosamente en mis cajones y cuando vine a Donosti ya las perdí.
Tanta era mi afición al cine que cursando 2º ó 3º de carrera me matriculé en Valladolid en verano en un curso de Cinematografía. Allí aprendí muchísimo con Fernando Méndez Leite y el Padre Lamet. Recuerdo que la película del examen de fin de curso fue “Cantando bajo la lluvia” y yo la bordé.
Pasados los años y ya como profesora me gustaba poner a los alumnos alguna película que se relacionase con el tema que estudiábamos. Así veíamos “2001: Una odisea del espacio”, “Tiempos modernos” y muchas más que en aquel entonces los alumnos agradecían.
En los últimos años ya ninguna de mis películas podía interesar a unos jóvenes totalmente entregados al cine de los efectos especiales, o de ciencia-ficción. Después de “Matrix” nada de lo que yo sugería les gustaba y menos si era muda y en blanco y negro como me sucedía con “Tiempos Modernos”, que abucheaban sonoramente desde las primeras imágenes.